viernes, 8 de julio de 2016

Un viaje al Museo de Historia, Antropología y Arte de Río Piedras

El pasado jueves, 7 de julio de 2016, un grupo de la Asociación Profesores Jubilados UPRH participamos de una excursión cultural al Museo de Historia, Antropología y Arte de Río Piedras. La actividad la coordinó la compañera Olga Rodríguez  junto con el Comité de Actividades Culturales. Yo me apresuré para llegar temprano a la guagua, que estaba apostada en el estacionamiento de la UPRH.   Pero me sorprendí porque no bien ocupe el asiento, la guagua arrancó a la inmediatez. Sentí esas miraditas acusadoras. Entonces miré el reloj y eran a penas las 9:10 am.  No fue que yo llegue tarde,  fue que ellos llegaron temprano.  Busqué a Elisama y no estaba en la guagua. No sé, pero desde que sufrió la operación en la cabeza,  la noto algo extraña y hasta con ciertos poderes para aparecer y desaparecer por arte de magia.  Volví a Observar su asiento y al menos dejó buena parte de su memoria, es decir su celular.  


Íbamos en una guagua cómoda pero se observaba como alguna preocupación por la hora. Yo, por madrugar tan temprano no tuve tiempo para desayunar, pero dije para mi   -bueno no hay que preocuparse, ya mismo sacan las galletas de casco, granitos, guineos, bizcochos, dulces matahambre, jugos, etc. Pero caballero, nada ver, parece ser que como era una visita al Museo se fueron con las manos vacías. Ya que casi me desmayaba pasaron unas tristes galletitas. Yo agarré una como cosa buena y la rendí toda la ruta como un niñito pequeño.

Al llegar a la entrada de Gurabo nos encontramos con tremendo y sabroso tapón bumper con bumper en ruta hacia Caguas. Todos inquietos indagábamos sobre la causa del tapón. Luego de media hora logramos salir de aquella odisea. Se trataba de múltiples colisiones de autos que ya la policía había apostado en el carril del paseo. La congestión vehícular era monumental extendiéndose por todos los carriles  y estaban plagados de las aves que más habitan en P.R. Los averiguaos. De hecho en la guagua había unos cuantos cuellitos que por poco se quiebran mirando por las ventanas.

En Caguas hicimos una parada técnica para recoger  a las Divas. Elisama que volvió aparecer en la guagua informó sobre las actividades programadas para la celebración del 30 Aniversario. Me señaló con el dedo como hacen los políticos para que yo le diera los detalles.

Bueno informe que iniciaremos con una Bohemia el 7 de agosto en el Rancho de Papá. Las taquillas están disponibles a un costo mínimo de $10.00. (Contaremos con la participación de artistas internacionales como "El Gran Cheo" y con los del patio). Además, celebraremos en el 1 de septiembre la apertura de una Exposición que recoge la trayectoria de la Asociación en la Biblioteca de la UPRH. La magna y regia celebración del 30 aniversario será el 16 de septiembre en el lujoso y acogedor Salón de Actividades Camilda en Yabucoa.

Retomando la excursión, Elisama le pidió a Elmy Rosario que nos guiara en una oración. Elmy se inspiró y no bien había terminado cuando ya nos encontrábamos en Río Piedras.





Finalmente llegamos, y la nostalgia nos embargó al revivir las experiencias en la vieja casa de estudio. La alegría, el orgullo,  en fin los sentimientos atrapados en la memoria congelada afloraron.  Nos hermano una catarsis colectiva. Yo no pude evitar reflexionar sobre la dolorosa situación que atraviesa nuestra Universidad en estos momentos.



Tan pronto nos bajamos en el Museo ya sacudidos a la realidad, corrimos a los baños como niños cuando lo sueltan al recreo. No sé porque razón las compañeras fueron más ágiles y nos ganaron adueñándose de ambos baños. Nos tocó hacer mutis y apretar mientras caminábamos y esperábamos  por los largos pasillos.

Llegó el momento de entrar a la Sala de exhibición para disfrutar de la exposición "Reflejos de la Historia de Puerto Rico en el Arte (1751-1950)". Nos recibió la entusiasta joven Lisa Ortega educadora del Museo. Nos llevó por las distintas áreas explicándonos minuciosamente cada una de las obras expuestas. Dentro de la información que se nos proveyó, resalta de la exposición que la misma esta acompañada por un libro que lleva su nombre, cuya autoría pertenece a la doctora Lyzette Cabrera. La muestra da comienzo en el siglo 18, con José Campeche, y culmina en 1950, con obras de Rafael Tufiño, Juan Ríos, José Rosa, Oscar Colón Delgado y Manuel Jordán, entre otros. Sin lugar a duda es un viaje educativo por los eventos históricos que marcaron a nuestra Isla. Apreciamos a los personajes y acontecimientos sociales, económicos y políticos captados por nuestros talentosos artistas.

El recorrido nos atrapo, preguntamos e interpretamos los mensajes contenidos en las obras. Quién nos observará de primera impresión, sin duda nos confundiría con unos consumados críticos de arte. La joven Ortega se envolvió con nosotros al punto que se extendió por mucho del tiempo que tenia programado.










Al final del recorrido apretaron las tripitas del hambre. Recuerden que ya estaba más verde que algunos de aquellos lienzos de arte. Agradecimos a la educadora Ortega por toda la gentileza y amabilidad. Cuando salimos a montarnos a la guagua, pensamos en tomarnos una foto de grupo frente al Museo. Pero Cheo que acaba de observar unas replicas de momias que se encontraban en una de la salas del Museo nos advirtió, tengan cuidado que no llamen la atención de la policía.  Yo pregunté, porque y él muy serio me dijo -Porque pueden pensar que las piezas del Museo se escaparon y crearan un gran revuelo. Entre risas nos montamos a la guagua rumbo a Caguas. A tras dejamos nuestra querida Alma Mater...











Llegamos a Caguas al selecto restaurante "Los Olivos" ubicado en el Centro de Bellas Artes de Caguas. El mozo al ver aquella estampida se le erizó el pelo y de inmediato nos colocó en uno de los amplios salones. En lo que el mozo se reponía y pensaba como atendernos, aprovechamos para tomarnos fotos. Yo saboreaba sin cesar las ricas tostadas, que desaparecían por arte de magia. Y hablando de magia Elisama volvió aparecer en el salón comedor.

El mozo trajo una bandeja llena de menú. Cada uno abrió el suyo para seleccionar su plato favorito. Yo busqué en el menú de la Internet que se nos había adelantado ya que los precios eran más atractivos, aunque en realidad son muy razonables. Pero yo tenía mucha hambre y pensé que en lo que atendían a toda aquella tropa me iba a desmayar. Así que decidí buscar un lugar cercano menos concurrido donde me atendiera rápido.


Para mi sorpresa cuando regresé ya todos estaban plenos y satisfechos después de haber saboreado los ricos platos. Como dice el refrán barriguita llena corazón contento. Todos lucían muy felices... Y Elisama volvió a desaparecer...

Nos montamos en la guagua y nos paseamos por el centro urbano de Caguas. Irma se percató que pasábamos cerca de su casa y haló cuanta cosa encontró en su asiento para que el chofer se detuviera. Como era hora del café le preguntamos -nos invita a degustar un rico café en tu casa. Ella se detuvo por un breve momento y luego de echar una mirada panorámica a la guagua, dijo -No tengo cafetera y se tiró de la guagua.

Pasamos por Plaza Centro para dejar a la Diva que recogimos. Y así emprendimos el viaje de regreso a Humacao. Por el camino el chofer iba rápido pero con mucha cautela. Cuando pasaba por lugares donde la guagua podría brincar, el miraba el espejo retrovisor. Creo que él pensaba, si no reduzco la velocidad no lograré que  lleguen completos a Humacao. Al final llegamos a  nuestro destino felices de disfrutar de una experiencia cultural enriquecedora.

Prof. Félix Báez Neris
9 de julio de 2016

Un viaje al Museo de Historia, Antropología y Arte de Río Piedras

El pasado jueves, 7 de julio de 2016, un grupo de la Asociación Profesores Jubilados UPRH participamos de una excursión cultural al Museo de Historia, Antropología y Arte de Río Piedras. La actividad la coordinó Olga junto con el Comité de Actividades Culturales. Yo me apresuré para llegar hasta la guagua, que estaba apostada en el estacionamiento de la UPRH. Me sorprendí porque no bien ocupe el asiento, la guagua arrancó de inmediato. Sentí esas miraditas acusadoras. Entonces mire el reloj y eran a penas las 9:10 am. Busque a Elisama y no estaba en la guagua. No sé, pero desde que sufrió la operación en la cabeza,  la noto algo extraña y hasta con ciertos poderes para aparecer y desaparecer por arte de magia.  Volví a Observar su asiento y al menos dejó buena parte de su memoria, es decir su celular.  

 

Íbamos en una guagua cómoda pero se observaba como alguna preocupación por la hora. Yo, por madrugar no tuve tiempo para desayunar, pero me dije –bueno siempre en la guagua llevan galletas de casco, granitos, guineos, bizcochos, dulces matahambre, jugos etc. Pero caballero, nada que ver,  parece ser que como era para el Museo se fueron con las manos vacías. Ya que casi me desmayaba pasaron unas tristes galletitas, yo agarre una como cosa buena y la rendí toda la ruta como un niño pequeño.
 Al llegar a la entrada de Gurabo nos encontramos con tremendo y sabroso tapón bumper con bumper en ruta hacia Caguas. Luego de media hora salimos de aquella odisea. Se trataba de múltiples colisiones de autos que ya estaban apostado en carril del paseo, pero no obstante la congestión era monumental, y se extendía por todos los carriles y por supuesto los averiguaos hacían de las suyas. En la guagua hubo varios cuellitos que casi se parten mirando la escena por las ventanas.
En Caguas hicimos una parada para recoger a las Divas. Elisama que volvió aparecer en la guagua informó sobre las actividades programadas para la celebración del 30 Aniversario. Me pidió que le recordara que se va a celebrar una Bohemia el 7 de agosto en Rancho de Papá. Las taquillas están disponibles a un costo mínimo de $10.00. (Contaremos con grandes artistas internacionales y del patio). Además, celebraremos en septiembre una Exposición de la trayectoria de la Asociación en la Biblioteca de la UPRH. La magna celebración del 30 Aniversario será el 16 de septiembre en lujoso y acogedor salón Camilda en Yabucoa.
Bueno volviendo a la gira Elisama le pidió Elmy Rosario que nos dirigiera una oración y así  la guagua volvió arrancar para su destino en Río Piedras.  
Finalmente llegamos, y la nostalgia nos embargó al revivir las experiencias en la vieja casa de estudio.  La alegría, el orgullo, los sentimientos atrapados en la memoria congelada afloraron. Nos resultó difícil bajarnos de la guagua por un breve espacio. No pude evitar reflexionar sobre la dolorosa situación que atraviesa nuestra Universidad en estos momentos.

Tan pronto nos bajamos en el Museo y volvimos a la realidad, corrimos a buscar los baños. No sé porque razón las compañeras nos ganaron y se adueñaron de ambos baños mientras nosotros hacíamos mutis por los largos pasillos.


Llegó el momento de entrar a la Sala de exhibición para disfrutar de la exposición “Reflejos de la Historia de Puerto Rico en el Arte (1751-1950)”. Nos recibió la entusiasta joven Lisa Ortega educadora del Museo.  Nos llevó por la Sala explicándonos minuciosa y cuidadosamente cada una de las obras expuestas.


Dentro de la información que se nos provecho nos resaltaron que la exposición está acompañada por un libro que lleva su nombre, cuya autoría pertenece a la doctora Lyzette Cabrera. La muestra da comienzo en el siglo 18, con José Campeche, y culmina en 1950, con obras de Rafael Tufiño, Juan Ríos, José Rosa, Oscar Colón Delgado y Manuel Jordán, entre otros. Sin lugar a duda es educativo viaje eventos históricos acaecidos en nuestra isla. Apreciamos a los personajes y acontecimientos sociales, económicos y políticos captados por nuestros talentosos artistas.




El recorrido nos atrapo, preguntamos e interpretamos los mensajes contenidos en las obras. Quien nos observara de primera impresión, sin lugar a dudas nos confundiría con unos consumados críticos de arte. La joven Ortega se envolvió con nosotros al punto que se extendió por mucho del tiempo que tenía programado.
Al final del recorrido apretaron las tripitas del hambre. Recuerden que ya yo estaba más verde que algunos de los lienzos de arte. Agradecimos a la educadora Ortega por toda su gentileza y amabilidad. Cuando salimos a montarnos a la guagua, pensamos tomar una foto del grupo frente al museo. Pero Cheo nos advirtió, tengan cuidado que no llamen la atención de los policías. Yo le pregunte porque y muy serio dijo. Porque pueden pensar que las piezas del Museo se escaparon y provocar un gran revuelo. Entre risas nos montamos a la guagua rumbo a Caguas. Dejando a tras nuestra alma mater…




Llegamos a Caguas al restaurant Los Olivos ubicado en selecto Centro de Bellas Artes de Caguas. El Mozo al ver aquella estampida se le encrespó el  pelo y nos metió a un salón para pensar como atendería aquel grupo. Allí  aprovechamos para tomarnos fotos. Yo saboreaba sin cesar de las ricas tostadas que desaparecían por arte de magia. Y hablando de magia, volvió aparecer Elisama al salón comedor.
El mozo trajo una bandeja llena de menú. Cada uno abrió el suyo para seleccionar su plato favorito. Yo busque en el menú de la Internet que me había adelantado y los precios variaban. Pero la realidad es que son muy razonables. Pero yo tenía mucha hambre y pensé que en lo que atendían a toda aquella gente me iba a desmayar. Así que decidí buscar un lugar menos concurrido y nos fuimos a un restaurant aledaño al lugar.

Para mi sorpresa cuando regrese ya todos habían almorzado y estaban plenos y satisfechos. Como dice el refrán barriguita llena corazón contento. Todos lucían muy felices… Y Elisama volvió a desaparecer…
Nos montamos en la guagua y nos paseamos por el centro urbano de Caguas. Irma se percató que pasábamos cerca de su casa y halo cuanta cosa encontró en su asiento para que el chofer se detuviera. Como era la hora del café le preguntamos que si nos invitaba a la casa. Ella se detuvo por un breve momento y contesto –no tengo cafetera,  y se tiró de la guagua.
Pasamos por Caguas Centro para dejar a la Diva que recogimos. Y así emprendimos el viaje de regreso a Humacao. Por el camino el chofer iba rápido pero con mucha cautela.  Cuando pasaba por lugares que guagua podría brincar, él miraba por el espejo retrovisor. Creo que él pensaba, si no reduzco la velocidad, no voy a llegar con ellos completos. Al final llegamos a nuestro destino felices de una experiencia cultural enriquecedora.

Prof. Félix Báez Neris
9 de julio de 2016