El martes 11 de mayo de 2016 salimos hacia Vieques Sylvia
Eliza y Robert, Edna Gautier y Puruco, Tere Colón, Amalia, Margot y Mary,
Ramonita y Margarita y yo, Elisama.
A pesar de que compramos las taquillas de la lancha con
anticipación todas me sugirieron que había que irse bien temprano por lo que a
las siete de la mañana ya estábamos en el terminal. Dejamos los carros en el
estacionamiento. Cuando íbamos de camino
hacia el terminal, Tere Colón, utilizó las carteras que encontraba en el camino
para depositar la basura que llevaba en la mano.
Nos ubicaron en el lugar de los “seniors”, ya que todos
estamos en esa categoría excepto Tere Colón y Margarita, ya que ellas viajan
gratis. En ese momento todos querían
hacerse pasar por mayores de 75 años para tener el privilegio de entrar en
primer lugar y no pagar.
Entramos a la lancha. Fuimos en el Ferry de carga. Tere formó un tremendo tapón a la entrada
porque su carro “de carga” se atascó en un tubo en la entrada y nadie se daba
cuenta y ella no podía continuar. Cuando
nos dimos cuenta la ayudamos y seguimos.
No se hicieron esperar las protestas porque era incómodo, había mucha
gente, el espacio estaba limitado, los asientos incómodos, con tanto asiento y
no encontraban dónde sentarse. Bueno, nos
acomodamos y salimos. Todos iban
calladitos y sentaditos, menos Robert. A
mitad de camino empezaron las náuseas y vómitos. Gracias a Dios todo pasó y llegamos a
Vieques.
Tomamos la guagua que nos llevaría al Trade Winds Guest
House. Al llegar, otra vez las protestas
porque pensaban que nos íbamos a quedar en el Hotel Windhan de cinco estrellas
que cobran $400 por noche sabiendo que solo pagarían $70. Pero vamos, se tranquilizaron escogieron los
cuartos a su gusto y colocamos las cosas para irnos a almorzar. Luego las protestas aun cuando no hicieron
caso de las asignaciones que les había hecho de los cuartos empezaron: que tenían que subir escaleras, que el aire
estaba dañado que tenía aire y también abanicos, que la cama o era muy grande o
muy pequeña, que la frisa era pequeña, que no les gustaba el color, que el muro
para la bañera era muy alto, que no había almuerzo ni tampoco iba a haber
comida, que el desayuno continental que era la opción no les iba a gustar
porque lo único que daban era pan y café.
Al fin salimos a almorzar y después de visitar varios
lugares y hasta llegar a sentarnos e irnos decidimos al fin. Pedimos el almuerzo y aun no podemos explicar
como si pedimos menús diferentes a cinco nos dieron lo mismo. Unos tristes hamburgers pequeñitos que en
lugar de pan tenían arepas. Habíamos
abandonado un restaurante precisamente porque no queríamos hamburgers y Robert
quien era el único que quería hamburger se quedó y salió contentísimo por lo
bien que comió.
Los que no comieron hamburgers comieron pescado o pechuga
de pollo
Salimos de allí hartitos y nos fuimos al Guest House
donde nos esperaba Fabio, un chico de 17 años, para deleitarnos con la música
de la guitarra. Muy bonita experiencia,
cantamos aunque en ningún momento el acompañamiento estuvo al compás de las
canciones, pero realmente se oyó bastante bien.
Luego nos fuimos al rico sueño.
Al otro día todos madrugaron para descubrir la sorpresa
del pobre desayuno que esperaban. Menos
mal que había frutas, jugos de dos clases, panecillos, café, mermelada,
mantequilla, queso crema, y mantequilla de maní. Creo que les vi bastante satisfechos aunque
dejaron quemar el pan en la tostadora y protestaron porque el café estaba frío
aunque había horno microondas. Luego nos
fuimos a la excursión por Vieques.
Parecía que estábamos de paseo en otro país. Los edificios sin terminar porque el
contratista se quedó con el dinero o porque después que casi estaba terminado descubrieron
no tenían las facilidades para instalar el agua y la luz y allí estaban los
“muertos”. Nos encontramos con el sitio
ideal para construir la casa del jubilado, así es que volveremos para separar
el lugar, queda a tres horas del pueblo y no tiene ni agua ni luz, pero se la
pondrán antes de que nos faciliten el lugar en la Universidad.
Regresamos para ir a comer antes de irnos para la
Bahía. El empeño de Puruco era comer
lechón y después de tantas horas de espera pidió el lechón y no le gustó, el
arroz estaba crudo y los tostones pasmados.
Total que más da si no almorzamos en el lugar para comernos ese lechón
con calma y saborearlo. A Ramonita no le
quisieron dar comida y se tuvo que ir con hambre después de habérsele hecho la
boca agua al velar a Margarita saborear el rico chillo como el que ella esperaba
comer.
Salimos para la Bahía.
También parecía que estuviéramos en otro lugar lejos de PR. La carretera que conducía al lugar no tenía
más hoyos porque no era más larga. En un
momento dado pensamos que se iba a volcar.
Nada que envidiarle a Carvajal. Gracias
a Dios que Margot decidió a tiempo no ir porque se hubiese muerto del
susto. La guagua llegó a la Bahía botando
el aceite del “power stering” y yo solo pensaba si así podíamos regresar, pero
se logró no hubo que hacer cambio como para Isabela.
La experiencia de la Bahía fue hermosa, solo Dios con su
infinita grandeza puede ofrecernos unos espectáculos tan hermosos y majestuosos. Así mismo disfrutamos al otro día al amanecer
cuando nos dimos un rico baño en la playa.
Cantamos himnos, Robert recitó poemas, nos contamos experiencias y no
podíamos dejar de mencionar lo beneficiosa que resulta el agua de mar para
aliviar nuestros dolores. Tere se dio un
rico baño en la orilla y todavía debe estar sobándose los codos por la fuerza
que hizo para no dejarse arrastrar por las olas.
Los premios esta vez se los damos a Sylvia porque no dejó
que Robert se manifestara a sus lindas.
Solo le permitió hacer su compra espectacular: un sweater que decía: I am de Captain. Ella sin embargo, se compró unas bellas
pantallas y como quince vasitos que no hay en PR. El otro premio fue para Puruco que no
permitió que Tata se comprara todo lo que quería, ella quería gafas, bultos,
bufandas, carteras. Ella quería comprar
cosas que en Puerto Rico no se consiguen.
Tere compró pan para mandarle a Ino.
¡Gracias a Dios que no habían muchas tiendas! Por poco compran hasta jueyes.
Terminó el viaje y todos regresamos alegres y contentos a
nuestros hogares listos para la próxima experiencia.