La Energía del Universo reclama uno de sus hijos, pasado los treinta y seis años. “¿Por qué?” reclamamos. “¡Tan joven y lleno de vida!” Su misión terminada, ahora cumple otra. La trágica muerte nos conmueve; lo lloramos, lo extrañamos, nos apena la familia, la viuda, sus padres, hermano, sobrino, amigos, compañeros de trabajo; todos unidos, lo despedimos. Pero lo único que ha muerto es el carapacho en que una vez vivió su ser, su YO, que aún vive, y se encuentre unido a la energía del Universo, por lo que vive eternamente. Hoy lo recordamos con dolor, con sufrimiento profundo, porque somos seres imperfectos que nos atamos a la materia, y no a la energía que nos hace una con el Universo; somos uno con él por la eternidad. No busquemos su rostro físico, sino su rostro espiritual, el que lo hace perfecto porque fue creado a la imagen y semejanza del creador; JORGE mora junto a nosotros por los siglos de los siglos. ...